Paris Fashion Week: Balenciaga


Ante todo creo que debo sincerarme y reconocer que Nicolas Ghesquiere es uno de mis diseñadores fetiche, debo reconocer mi falta absoluta de imparcialidad ante sus creaciones. Para mí él está un paso adelante, va más allá y, aunque a veces se excede en su obsesión por esculpirnos, sus propuestas son siempre innovadoras.

En este desfile continua con su línea futurista pero haciendo un homenaje a los setenta, sigue explorando tejidos rígidos y metalizados que nos mimetizan pero introduce en esta ocasión nuevas formas de pantalones, como los pantalones campana, muchos vestidos muy muy cortos en línea A y llena la fiesta de lentejuelas (tendencia que ya asomaba en Nueva York).

La puesta en escena fue impecable. Las modelos parece androides de una guerra bacteriológica ya que llevan monos que dejan al descubierto sólo cara y cuello en todas las salidas. Los zapatos son inexistentes, son las propias medias pintadas y con suela lo que vemos y las manos también se enfundan.

Hay dos novedades muy llamativas además de la ropa en sí: por primera vez desfilan hombres en Balenciaga y, por primera vez también, desfilan las modelos con bolsos, aunque sean apenas perceptibles. Son dos apuestas obvias de marketing.

De todas formas no os asustéis ante los looks y mirarlos detenidamente porque las prendas sin el cuerpo enfundado no resultan tan complicadas como puedan parecer a primera vista, los vestidos de fiesta de escote bañera son fantásticos, los pantalones negros con manchas blancos que reflejan el movimiento al andar de los pantalones campana son una muestra más de su ironía y las casacas encima de los pantalones de campana resultan muy apetecibles.

Al menos, está claro que la crisis no es de talento.

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